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Martes, 11 Mayo 2021 07:40

ACTUALIZACIÒN ACADÈMICA

SEGUNDO ENCUENTRO DE LA ACTUALIZACIÒN ACADÈMICA: “La Enseñanza de la Lectura, la Escritura y la Gramàtica en el Nivel Primario y en el Ciclo Bàsico del Nivel Secundario”.

La lectura y la escritura han sido motivo de preocupación para quienes trabajan en los distintos niveles de escolaridad, ya que el acceso a la lengua escrita es determinante en el éxito o fracaso escolar. Métodos que se suceden y renuevan, investigaciones que han revolucionado las prácticas y las maneras de entender cómo se aprende mejor, y propuestas didácticas diversas, dan cuenta del interés que despierta el tema entre los educadores presentes y comprometidos, en esta instancia de actualizaciòn acadèmica.

Lejos de la perspectiva más tradicional de la lectura (comprensión literal, búsqueda de datos dentro del mismo texto, mecanización de las actividades posteriores, etc.), Cuesta sostiene que son los significados culturales, los conocimientos que realmente se tienen –y no los que deberían tener- los que permiten la apropiación de un texto, su aprehensión y la posibilidad de comprender su relación con la realidad. Son esos saberes que “aún no conocemos lo suficiente” (2006: 62), que “ponen a los lectores en un rol de conocedores de los textos literarios y sus potencialidades” (2006: 68).

Esta forma de leer literatura significa la apropiación de la cultura, de la cultura en general y de la escrita en particular, hecho que, muchas veces, solo puede darse en la escuela. En este sentido, ya no se debe hablar ni de “acceso” ni de “aprendizaje”, ya que esto significaría una aceptación y asimilación -o, mejor dicho, la pretensión de ello,- de ciertos mandatos culturales, universales y arbitrarios. Además, implica un cambio sobre el modo de relacionar a los alumnos con los textos, un cambio en la concepción del rol docente, que no impone sentidos sino que escucha los que surgen en los propios lectores

Lo fundamental, entonces, es partir de la idea de que la cultura se resignifica social e históricamente, y que ello debe ser tenido en cuenta a la hora de abordar la literatura, un objeto cultural específico pero siempre relacionado con otros. Hacer los textos, re-hacerlos a través del conocimiento de los vínculos reales –y no ideales- que los alumnos establecen con ellos. Y esto es posible dándole la palabra a los lectores, sin estigmatizar sus “saberes” y sus representaciones, sin imponer sentidos, abandonando la idea de que el texto debe comprenderse desde ciertos presupuestos. Pero tampoco significa la lectura libre, basada en impresiones, como lo plantearon en la década de 1980, sino la lectura con saberes que, en un primer momento no pueden definirse explícitamente, pero que abren la posibilidad de entender, luego, la literatura y su comportamiento específico.

“Nunca hemos tenido más necesidad de leer y escribir que en nuestros días. No podemos siquiera usar un ordenador si no sabemos leer y escribir. Y además de una forma más compleja que antaño, porque hemos integrado signos, nuevas claves. Nuestro alfabeto se ha ampliado. Resulta cada vez más difícil aprender a leer” (Carrière y Eco, 2010, pág. 23).

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